Para el equipo Raíces de Cartagena, uno de los dos consorcios de Water as Leverage, el trabajo de diseño partió de «entender el agua».
El objetivo principal de los diseños propuestos por el equipo fue utilizar el agua como una herramienta para replantear o transformar una problemática existente que normalmente está relacionada con la falta de entendimiento del agua en sí misma. Por ello, analizaron dimensiones que incluían los valores culturales, sociales y económicos del agua para determinar los vínculos culturales de las comunidades con este recurso natural, los riesgos o beneficios que el agua representa para la ciudad y las posibilidades o alternativas económicas que constituye. A la par, estudiaron la dimensión espacial mediante mapas y diagramas, con el propósito de comprender cómo se mueve el agua en su paso por la urbe en canales, arroyos, manglares y costas que conforman el patrimonio acuático de Cartagena.
A partir de este proceso, que se concibió desde una mirada holística del agua y de la ciudad, el equipo estableció las siete «Raíces de Cartagena» que, en palabras de Eduardo Marín, arquitecto líder del equipo: «simbolizan la relación de Cartagena con el agua y son todas aquellas dimensiones que consideramos importantes para entender las dinámicas del agua». Así, cada raíz les permitió entender el alcance del agua y afrontar el diseño de manera más realista.
Comprender las dinámicas del agua en Cartagena
La primera raíz que consideraron fue la natural que tiene que ver con los paisajes y la ecología ligada al ciclo del agua en Cartagena. La siguiente fue la raíz de agua y resiliencia que contempló el sistema natural y de infraestructuras del agua, además de los riesgos que representa, por ejemplo, cuáles zonas se ven afectadas por la marea o por las lluvias y cómo se pueden acrecentar estos fenómenos en los próximos años debido al cambio climático. La tercera raíz fue la urbana con la que intentaban inferir las relaciones de la ciudad con el agua. Al respecto, Marín señala: «la zona costera tiene un desarrollo completamente diferente al de la zona de la Ciénaga, sabemos que hay muchos planes e iniciativas que la ciudad está desarrollando, entonces es importante pensar que, si se va a construir algo nuevo, se tiene que entender cómo el agua le afecta ahora mismo y cómo lo hará en el futuro, si no, de qué sirve que la ciudad crezca si no lo hace de una manera en la cual el agua sea fundamental».
La raíz cultural implicó entender cómo los diversos grupos sociales se desarrollan en torno a ciertos cuerpos de agua y la incidencia de esta ubicación en la conformación social y económica de los habitantes. Mediante la raíz económica indagaron cómo el agua genera economías a varias escalas, desde los pescadores artesanales y los comerciantes de las playas, hasta la escala macro del puerto en la Bahía. En esta dimensión se tuvieron en cuenta no solo los ingresos que perciben las personas por sus labores relacionadas con el agua, sino las afectaciones que causan, por ejemplo, las inundaciones o las lluvias en el sector económico. La raíz gobernanza involucraba a todos los sectores ligados al agua, desde los sectores público y privado en la toma de decisiones, la academia desde la educación y las comunidades como la base del saber y el sentir local. Por último, plantearon la raíz financiera con la que estudiaron los mecanismos de financiación para los proyectos hídricos, tanto los que se destinan cada año como los proyectados para fases posteriores.
Para Paul Ravenstijn, líder del equipo Raíces de Cartagena, esta visión holística les permitió establecer estrategias a corto, mediano y largo plazo: «las medidas a corto plazo son las que debemos hacer para mejorar la situación de la ciudad ahora, pero desde el principio tuvimos un horizonte a medio y largo plazo, que requiere más tiempo. Hay que tener datos y con estos se puede hacer un pronóstico de los efectos del cambio climático, pero en realidad nadie sabe con exactitud, entonces se puede planificar para períodos de 10 o 20 años, pero no para 50 o 100 años, pues se debe reajustar cada cinco años para justificar cualquier medida».
El punto de partida para los diseños planteados fueron las cuatro áreas claves o hotspots propuestos desde el programa Water as Leverage: el sistema de canales, el frente marino-costero, la bahía de Cartagena y la Ciénaga de la Virgen, que sirvieron para entender que los lugares compartían riesgos y también oportunidades; por ello, las soluciones para cada uno debían ser distintas según el valor urbano, cultural, ecológico y económico que tienen. Dentro de estas cuatro zonas, el equipo identificó once distritos de resiliencia: «uno de los valores fundamentales de estos once distritos era que cualquier proyecto que puedes ejercer allí realmente son soluciones prototípicas que puedes extrapolar a otras zonas. Más allá de generar soluciones a corto plazo, uno de los puntos que queríamos resaltar con los conceptos de diseño es que puedes ir haciendo de a poco, proponíamos que los distritos de resiliencia fueran la base de una especie de máster plan de aguas en el tiempo en el que pudieras hacer que la ciudad poco a poco fuera más resiliente y adaptada», afirma Marín.
Al respecto, Ravenstijn agrega que, para el área de la Ciénaga de la Virgen, por ejemplo, «se escogieron las cuencas más representativas que integraban lo común de las raíces y las problemáticas, si el proyecto se hace bien allí, en otros períodos se puede replicar en otras cuencas, lo mismo aplica para la zona costera y la bahía. Para las siete raíces hemos hecho un mapa de toda la ciudad con las problemáticas y los desafíos y hemos hecho una escalera de mapas para definir los sitios más relevantes para los proyectos».
Para el equipo Raíces de Cartagena, la intención esencial de los diseños es crear sentido de pertenencia y que los habitantes se apropien de ellos: «al final, cuando generas un diseño lo que pretendes es que la gente lo haga suyo, que sienta que le pertenece, crear esta sincronización con el usuario es lo más importante porque es la única manera con la cual los proyectos son viables, resilientes en el futuro, el objetivo es crear un vínculo con el usuario, de una manera que lo respete», finaliza Marín.
Al respecto, Ravenstijn agrega que, para el área de la Ciénaga de la Virgen, por ejemplo, «se escogieron las cuencas más representativas que integraban lo común de las raíces y las problemáticas, si el proyecto se hace bien allí, en otros períodos se puede replicar en otras cuencas, lo mismo aplica para la zona costera y la bahía. Para las siete raíces hemos hecho un mapa de toda la ciudad con las problemáticas y los desafíos y hemos hecho una escalera de mapas para definir los sitios más relevantes para los proyectos».
Para el equipo Raíces de Cartagena, la intención esencial de los diseños es crear sentido de pertenencia y que los habitantes se apropien de ellos: «al final, cuando generas un diseño lo que pretendes es que la gente lo haga suyo, que sienta que le pertenece, crear esta sincronización con el usuario es lo más importante porque es la única manera con la cual los proyectos son viables, resilientes en el futuro, el objetivo es crear un vínculo con el usuario, de una manera que lo respete», comenta Marín.